_Tu casa es tu galería
Aunque las motivaciones decorativas también son válidas (con el permiso y redención de galeristas y artistas), consumir arte no solo es buscar ese “óleo que combina con el sofá” ni “la escultura de bronce que va con el papel pintado”.
"Las obras tienen vida propia, palpitan en la casa como entes independientes y hay que enamorarse de ellas porque te comunican, te atrapan, porque dicen algo de ti que no sabías, o sí sabías y no se te ocurría mejor manera de contarlo."
Si además es bella (subjetivamente, claro está), eres el dueño de una pequeña joya. O de muchas. Ya las colgarás, las apoyarás o las proyectarás (doy por hecho que también puede seducirte el videoarte), siempre encontrarán su sitio.
Su presencia proporciona un placer similar al confort del sofá. Hoy resulta difícil concebir sin obras de arte un buen interior. No son artículos de primera necesidad, su función es meramente emocional, y aunque existe la idea equivocada de que son un lujo caro, tampoco hay que dejar la cuenta en números rojos para empezar una pequeña colección. Cada cual, según su presupuesto, se trata de encontrar esas piezas que hablen de ti y a ti.
Pintura de la serie Nudos II (2015) de Waldo Balart y, derecha acrílico Eunomía (Serie Enso) (2015) de José Mª Iturralde, ambos en Javier López & Fer Francés.
Junto a la ventana, escultura de plexiglás (1971) de Francisco Sobrino, en Guillermo de Osma. Sofá 46 de Finn Julh, en Naharro Showroom, mesita negra Occasional Low de Jasper Morrison para Vitra y azul, Ankara en Rue Vintage 74; sillas de Pierre Guariche y negra Revolt de Friso Kramer, mesitas hexagonales de Gio Ponti y, sobre la chimenea, lámpara Seam One amarilla de E15. Todo en Schneider Colao. Lámpara de pie Triennale de Angelo Lelli, en LA Studio, y de techo años 50 en Rue Vintage 74, butaca en Modernario y alfombra Split Bright de The Rug Company, en BSB.
Crédito: @Manolo Yllera para AD España
"Decía Charles Saatchi que uno se convierte oficialmente en coleccionista cuando compra algo que no encaja en la casa y hay que guardarlo en el trastero"
Vigila las paredes: que no haya ni una libre indica que ya te alcanzó el dardo adictivo. Empezar en este mundo requiere algo de esfuerzo, conocimiento y valor. Los primeros para definir qué te gusta (algo a menudo muy cambiante si eres curioso) y el tercero para enfrentarte a algunos expertos y a un complejo idioma propio que no pone fácil el acceso a su sabiduría. Pero lo más importante, dicen los coleccionistas, es aprender a ver: cuanto más arte miras, más arte te gusta. No pienses si puede ser una inversión, le quita la parte divertida.
Fíjate en la emoción, en ese algo (alegría, curiosidad, incluso extrañeza) que te queda horas después de haberte expuesto a la obra. ¿Es válido buscar que el arte funcione en el espacio doméstico? Totalmente, a no ser que tengas pensado amontonar tus compras en un almacén, a la manera de los grandes collectors, pretender que armonicen con tus muebles y objetos es, lejos de una trivialidad, algo a tener en cuenta. Los grandes interioristas, como Axel Verdvoordt o Luis Bustamante, lo integran con sabiduría y valentía.
Entra a las galerías y acude a las ferias, pregunta, conversa, sobre todo no tengas miedo (pese a la fama de “solo para eruditos” que tiene el sector). Visitar una galería es tan placentero como ir al cine. Una vez en casa, las obras son como poemas escogidos que se quedan contigo para siempre. Empieza a planificar cómo montar la exposición en tu MoMA doméstico.
En un piso en Barcelona realizado por Jaime Beriestain, mesa de roble con base de travertino y pan de oro de Jaime Beriestain.
Encima escultura de mármol, en Azul Tierra. Sillas de Warren Platner para Knoll, lámpara Sputnik vintage y consola Dau de Midi con jarrones de Arcade Murano. Derecha escultura de hierro naranja de José Pedro Croft, en Galería Senda.
Crédito: @Manolo Yllera para AD España
" Las obras tienen vida propia, palpitan en la casa como entes independientes y hay que enamorarse de ellas porque te comunican, te atrapan, porque dicen algo de ti que no sabías, o sí sabías y no se te ocurría mejor manera de contarlo"
En un piso en Barcelona realizado por Jaime Beriestain, acrílico SP 138 de Yago Hortal, en Galería Senda, apliques de Murano de Erika Cassana y butacas de Jaime Beriestain con terciopelo de Dominique Kieffer, en Gastón y Daniela. Delante mesa de mármol Marquina Taller d’en Pich con bandeja de latón de Skultuna y jarrón de los 60, todo en Jaime Beriestain Concept Store. Lámpara de latón vintage y alfombra de BSB.
Crédito: @Manolo Yllera para AD España.
Un proyecto del arquitecto Guilherme Torres en Sao Paulo, en el salón sobre la chimenea, instalación de la serie Derrapagens de Regina Silveira, en Luciana Brito Galería, butacas de Jorge Zalszupin y mesa de Sergio Rodrigues con cerámicas y cristal de los 60, en Loja Teo.
Crédito: @Montse Garriga para AD España
En la casa de Luis Valverde y José Martínez Calvo, galeristas de “Espacio Mínimo”, sobre la cama, pinturas con alegoría de un biombo de José María Cortezo. Al fondo, The Boxing School de la serie Hope de Erwin Olaf. Sobre el mueble de los 50, en Velvet Point, fotografías de Wolfgang Tillmans, porcelanas chinas y Coco Chanel with Suzy Parker, original de Richard Avedon de 1962.
Mesita de noche, en Amapola, con figura de Lladró. A la derecha, hamaca plegable de los 70 de Suekichi Uchida.
Crédito: @Ricardo Labougle para AD España
En un piso en Barcelona realizado por Miquel Alzueta, fotografía Palazzo Canossa Mantova III, 2011, de Candida Hofer, en la Galería Helga de Alvear. Sofá diseño de Miquel Alzueta inspirado en Jean Royère. Lámparas de Serge Mouille, mesita blanca de Jean-Marie y Marthe Simonnet de los 70. Banco y taburete de Charlotte Perriand de los 50 y butaca 5016 de Junzo Sakakura, todo en Galería Miquel Alzueta.
Crédito: @Manolo Yllera para AD España
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