_Fuencarral: La calle de mil caras
La historia tiene sus tributos. Fuencarral no siempre ha sido una calle multicolor. Su origen data del siglo XVI, cuando la villa de Madrid se convirtió en capital del reino. Nacía así el camino de Fuencarral entre la Puerta de San Luis y la Puerta de la cerca de Felipe II, tomando su nombre de las fuentes del camino donde caballos y mulos que tiraban de los carros se paraban a abrevar.
Poco a poco, fiel a ese espíritu de acoger a todos que define a la capital, el camino se ampliaría hasta lo que es hoy, acogiendo todo tipo de edificios ‘modernos’ según crecía la ciudad. De los edificios más antiguos de la calle no se conservan muchos vestigios, aunque el aspecto clásico de sus fachadas se mezcla perfectamente con las necesidades de las tiendas y bares actuales.
Pasear, comprar, disfrutar
Desde Gran Vía hasta la Glorieta de Quevedo, Fuencarral conecta la gran calle del centro de Madrid con otros lugares de moda y de gran intensidad urbana como Malasaña o Chueca. El diseño urbano y las zonas de bares más cañi aportan vida a esta arteria de capital importancia. Fuencarral tiene la suerte de ser una de las calles más animadas gracias a sus tiendas y bares, que la sitúan como la segunda calle de compras turísticas después de la milla de oro en Serrano, y un tramo peatonal bien considerable que recorre Gran Vía hasta la glorieta de Bilbao. No es de extrañar que sea en estos primeros pasos donde se “apelotonen” los comercios más populares, sobre todo de moda y belleza. Esa marea tranquila genera un ambiente muy especial.
Además a diferencia de su rival de Serrano, aquí podemos encontrar opciones para todos los bolsillos. Marcas de diseño conocidas o más artesanales, pasando por franquicias archiconocidas y cadenas de alimentos “bio”. Todo es bien recibido. Los gastrobares, algún estudio de tatuaje o peluquerías hipster son complementos de la mejor cosmética o de tiendas de deporte convertidas en santuarios de la vida. Para unos se trata del Camden Town madrileño, para otros el Williamsburg neoyorkino con caña y pincho de tortilla. Por eso es un lugar con valor asegurado.
Excepcional vivienda en Fuencarral
Obviamente, vivir en los aledaños de la calle Fuencarral requiere poder adquisitivo, pero no se trata de una de las áreas más privativas de la capital. La tendencia aquí es fundamentalmente cosmopolita, variada en sus tendencias y gustos pero evidentemente entregada a la vida nocturna en su acepción más sana, aunque no necesariamente exenta de intensidad.
De este modo, podemos encontrar las más populares tiendas de Inditex, Pinkie o Mango, con una interesante zona de outlet para comprar a bajo precio. También hay útiles y regalos en Tiger, pero podemos ir subiendo el listón progresivamente y vestirnos con Kling, Marc Jacobs o cualquier primerísima primera marca. Por supuesto para acertar hay moda vaquera y deportiva y arriesgando en colorido, no falta Desigual o Custo. De la ropa más popular a la más exclusiva, y en todos los estilos habidos y por haber.
Calle Fuencarral
¿Y si queremos un dulce? A la hora de darnos esta clase de caprichos en Fuencarral hay un trío ganador: los bombones de Lindt, los cupcakes de Cookies & Dream o los pasteles de San Onofre (uno de los mejores roscones de Madrid) nos amenizarán el paseo.
La vitalidad de Fuencarral se extiende por sus cercanías. Según nos adentramos por las calles laterales que la cortan, nos llega el rumor de la fiesta y el copeteo alegre de Chueca y Malasaña, un barrio famoso por su ambiente heterogéneo y el otro ciertamente más rockero de Malasaña. Todos ellos igual de acogedores, perfectos con su equilibrio entre lo chic y lo canalla.
Cultura y prestigio
Pero no todo es consumir, también el alma se nutre en esta calle madrileña. El Museo del Romanticismo seduce por fuera y por dentro, por su decoración interior y exterior y sus obras maestras de tan intensa y atormentada época artística. El palacete se muestra perfectamente integrado en el ambiente de la zona, y aporta ese toque cultural que en este caso nunca resulta aburrido.
Museo de la Historia de Madrid
Poder, arte y amor se han dado muy bien en la calle. Aquí vivió el Conde de Aranda, Simón Bolivar y Leandro Fernández de Moratín… En el número 22, residía la amante de Manuel Godoy y desde su casa en el número 4, Cánovas del Castillo movía los hilos de la política española.
Pero además la historia de Madrid también tiene su espacio. Antes de sumergirse en el homenaje a las tapas madrileñas, el Hospicio de San Fernando, en el número 78, aporta una dosis de conciencia y pasado al barrio. La construcción es obra de Pedro de Rivera y nos cuenta la historia de la Villa de Madrid desde sus orígenes hasta la época de la Restauración.
Además, en el número 44 aún podemos visitar la capilla de Nuestra Señora de la Soledad del siglo XVIII, aunque la huella de esta vía en este siglo la plasmó el inagotable Pérez Galdós con su misterioso crimen del número 109, donde se encontró ardiendo a la viuda de Vázquez Varela mientras la sirvienta y el perro se hallaban sedados.
Por eso, la calle Fuencarral demuestra ser así una cita inevitable para el visitante de Madrid. Es la perfecta muestra de su espíritu, comercial, variado e inquieto, pero siempre amistoso. La cultura y el negocio se entremezclan en un valor seguro.