_Ynésuelves: «La elegancia son valores, una combinación de elementos casi mágicos que te atrapa»
Ynés nació diseñadora y con el pelo largo. Rubio, rizado.
En realidad la Y de su nombre –legado de su abuela– llegaría más tarde. Cosas de los registros. También su melena infinita y su título profesional. Pero ella lo fue todo desde siempre. Diseñadora, soñadora, con aire de hada, cierto punto rebelde, tímida y valiente al tiempo.
Ynésuelves vuela desde su raíz. Su pasado, lejos de atraparla, estimula su universo creativo como diseñadora. Hasta el punto de que lleva a su madre, María Osorio, no sólo en el ADN, sino también en las venas de una marca que hechiza por su personalidad, su universo delicado, su contundencia en la calidad y su savoir faire inexcusable.
Nos recibe en su espacio, una suerte de boutique, atelier, salón de estar y pequeño gran universo de sueños. Aunque quedan pocos días para presentar su nueva colección en Mercedes Benz Fashion Week Madrid y las tareas abundan, Ynés, sonrisa en ristre, transmite serenidad. Como si el tiempo se hubiera parado. Como si nada pudiera detener un futuro que le promete magia sin trucos.
Comenzamos por hablar de su vocación férrea y precoz. Tan inalterable como su melena, que no recuerda haberse cortado nunca: «Siempre pienso que yo nací diseñadora: todo el mundo, desde siempre, daba por hecho que seguiría ese camino. Mi madre, mis tías… no sé qué vieron en mí pero desde muy pequeña me decían: “¡Tú serás diseñadora!”. Y nunca en mi vida lo he dudado.
Es verdad que hubo un momento en el que me planteé estudiar filosofía, porque me gusta mucho el pensamiento, el simbolismo… pero la duda duró un segundo».
—Y estudiaste Diseño…
—Empecé a estudiar Diseño de Moda en una escuela de París que había abierto una sede en Madrid: un auténtico lujo, con profesores que venían de la capital francesa cada semana a darnos clase. Aquel proyecto sólo duró dos años, pero aprendí muchísimo y me sirvió para tener muy claro que la moda era lo que realmente me gustaba. Igual que sentía yo era diseñadora, en ese momento vi sin ninguna duda que para lograrlo me tenía que ir a Londres. Allí era donde se estudiaba lo que yo quería, con una muy buena base de patronaje.
—La experiencia te marcó.
—El primer gran reto fue el idioma. Así que, cuando me planteé estudiar en Londres tuve que ponerme a estudiar la lengua como una loca, primero para sacarme el título que necesitaba para inscribirme en la escuela y luego para poder seguir las clases en ese idioma.
Aquello me cambió la vida: pasé de ser una niña súper tímida a creer en mí misma. Recuerdo claramente que, cuando llegué a Londres, me dije: «Aquí voy a ser la mejor». Porque sabía que iba a dar lo mejor de mí. Iba a convertirme en mi mejor versión.
"Recuerdo claramente que, cuando llegué a Londres, me dije: «Aquí voy a ser la mejor». Porque sabía que iba a dar lo mejor de mí. Iba a convertirme en mi mejor versión."
—¿Te empoderaste?
—Hoy miro hacia atrás y sé que ese cambio de personalidad fue clave, porque en el Istituto Marangoni me esperaba un mundo muy competitivo. Al terminar los tres años de formación había un desfile que se vive como una auténtica semana de la moda hecha por estudiantes y había una auténtica lucha por estar ahí y tener la posibilidad de que te fichasen ojeadores. Para mí no era el objetivo: yo lo que quería era desarrollar mi proyecto. Pero claro, desde el primer año empezaron a destacarme entre las mejores alumnas y, al terminar, cuando presenté mi proyecto para ver si me seleccionaban para el desfile, me encontré con otro momento decisivo.
Estaba súper orgullosa de mi trabajo: me había inspirado en el movimiento mod y uno de los grandes ejes de mis diseños eran las cremalleras. ¡Estaba súper motivada con mis cremalleras! Y en estas llega la directora y me dice: «Ynés, me gusta mucho tu trabajo… pero quita las cremalleras». Me indigné. ¡No me había dedicado ni un minuto! No se había enterado de que el corazón de mi colección eran las cremalleras, y no por estética, sino por su simbolismo. Así que, enfadadísima, escribí un email exponiendo claramente que mi proyecto era lo más importante para mí y que si mantener las cremalleras significaba no estar en el desfile, no estaría. ¡Mi madre sudaba tinta pensando en todo lo que nos habíamos esforzado para que desechase esa oportunidad! Pero es que no era chulería: era fidelidad a mi idea y a mi personalidad. Mi sorpresa fue que al día siguiente todo el mundo en la universidad me decía que no podía ser, que tenía que estar en el desfile… y que dejase las cremalleras.
—Primera victoria… ¿la siguiente?
—Tampoco imaginaba que participar en ese fashion show era competir, tal cual. No sabía que luego elegían un ganador. Y, de repente, antes de empezar el desfile, vienen al backstage y me dicen: «Ynés, has ganado tú».
No podía creérmelo. Era más que un premio: era un sí rotundo a toda mi fe en mi proyecto y todo lo que había trabajado –no sólo en la colección, sino en una tesis que explicaba toda la teoría que estaba detrás de mi idea… y que, obviamente, era en inglés… ¡con mi inglés de disléxica!—.
—Tú naciste diseñadora y te ‘criaste’ como tal en Londres. ¿Cuándo nació tu marca?
—En 2016, justo después de terminar la carrera y ganar en el desfile. Fue por una conversación telefónica con mi madre: estábamos valorando la oferta de una princesa catarí que quería invertir en mi marca… pero, la verdad, yo no lo veía claro. Le dije a mi madre: «Hay algo que me frena y no sé qué es. ¿Por qué no hacemos todo esto tú y yo juntas?». No lo dudó… y así surgió Ynésuelves.
"Nos tenemos un respeto absoluto y, lo mejor: no tenemos que hablar siquiera, con mirarnos nos entendemos."
—¿Cómo funciona vuestra sinergia creativa? ¿Es difícil la relación madre-hija cuando, además, sois las dos artistas y compartís ‘hija’?
—En absoluto: mi madre y yo somos como una. Hemos nacido para estar juntas. Obviamente hay diferencias, sobre todo porque mi madre es más creativa y yo me ocupo más del aspecto empresarial y en ocasiones es difícil conciliar ambos frentes: cuando ella pinta nada feo puede pasar, sólo quiere ver belleza… y claro, a veces yo llego a hablar de números, de burocracia, de problemas…
La verdad es que nos tenemos un respeto absoluto y, lo mejor: no tenemos que hablar siquiera, con mirarnos nos entendemos.
—¿Os admiráis como artistas?
—Absolutamente. Mi madre cree ciegamente en mí y yo en ella. Y nos complementamos a la perfección: mi pasión es el volumen, el patronaje de las prendas, crear el vestido, mientras que ella brilla en todo lo que es el color, el dibujo, la ilustración. Y este proceso es una simbiosis total: no necesito decirle lo que siento que debe llevar dibujado cada prenda, porque ella me conoce a la perfección y plasma en las telas mis ideas sin que necesite expresarlas.
—Patronaje perfecto, tejidos exquisitos, confección artesanal, color… ¿dirías que estos son los pilares de la marca Ynésuelves?
—Sí… primero la belleza, la calidad y la elegancia. ¡Y la magia! Nuestro universo es muy simbólico y todo lo que aparece en un diseño tiene un sentido: no ponemos una mariposa o un color rojo porque sí, sino por un significado concreto y único que queremos darle a la pieza.
—En Ynésuelves hay dos símbolos omnipresentes: la rosa y la mariposa. ¿Qué significan?
—Primero llegó la mariposa. Cuando éramos pequeñas, a mi madre le encantaba dibujar mariposas por todas partes… y, casualmente, todos en mi familia tenemos tatuada una. ¡Sin saber que los demás también la tenían! Mi madre pintaba mariposas pensando en su libertad y las hizo mitad color, mitad sin colorear: el color es la vida ya vivida y la parte sin colorear, la que le queda por vivir.
En cuanto a la rosa, llegó más tarde y de manera mágica. Mi madre tuvo una época en la que dibujaba constantemente, a modo de diario. Mi hermana y yo un día reunimos sus dibujos y le hicimos un libro con ellos como regalo de cumpleaños… y, de pronto, nos encontramos con que la rosa tenía mucho protagonismo. Especialmente en un dibujo, en el que sólo había una rosa. No sé qué tenía, pero sabía que tenía que estar en alguna de mis colecciones.
Y de pronto llegó: la vi en un vaquero, en el bolsillo trasero. Y me palpitaba tanto el corazón cuando la veía que se convirtió en nuestro gran símbolo.
"Que uses fibras naturales es sostenible. El respeto es sostenible. Lo sostenible es hacer las cosas bien."
—Has hablado de elegancia y tu concepto añade una etiqueta más, verdaderamente curiosa: «elegancia hooligan». ¿En qué consiste?
—La elegancia puede ser distinta para cada persona. No tiene que ver con el lujo, sino con llevar las prendas donde las tienes que llevar, porque las tienes que llevar… y con una cierta gracia innata. Elegante, por ejemplo, era mi abuelo. La elegancia son valores: no es algo tangible, sino una combinación de elementos casi mágicos que te atrapa.
—¿Tu magia tiene también relación con la ligereza?
—Sin duda: lo que es ligero es disfrutable para mí. No quiero que las prendas pesen, sino que te den la sensación de que puedes volar.
—Has mencionado a tu abuelo, Beltrán Osorio, Duque de Alburquerque, y precisamente su figura inspira la colección que presentas el 21 de febrero en Mercedes Benz Fashion Week Madrid. ¿Cuáles son las líneas maestras de este trabajo?
—Cada colección tiene como base de la inspiración un conocimiento cada vez más profundo de nosotras mismas. En este caso, hablamos de valores, de una raíz que para mí tiene mucho que ver con Londres y que al mismo tiempo me lleva, por supuesto, a mi familia.
Si la colección anterior nos llevó a Biarritz y supuso una reflexión completamente diferente en mi madre y en mí –porque nuestros recuerdos allí son muy distintos–, ahora volver a Londres también es un redescubrimiento de nosotras mismas.
Está el hipódromo, sí, porque mi abuelo fue el primer jinete español en participar en la legendaria Grand National. Su perseverancia en su pasión le hizo romperse no sé cuántos huesos… ¡le llamaban Iron Duke! Pero ese hipódromo en nuestra colección se traduce en los recuerdos de mi madre, en las sensaciones mágicas que nos evocan los caballos, en la elegancia de mi abuelo, en su determinación, en su pasión… porque me resulta fantástico que, hables con quien hables de él, todos le recuerden como un hombre increíble.
"Lo que es ligero es disfrutable para mí. No quiero que las prendas pesen, sino que te den la sensación de que puedes volar."
—¿La moda puede hacerte sentir increíble, como tu abuelo?
—Para mí vestirte es ponerte un traje de superheroína. Cuando vistes con algo que realmente es para ti, te sientes fuerte. Y ese es el lenguaje que quiero transmitir cuando hago un traje, sobre todo si es de novia: quiero que la mujer que lo lleva sienta poder y seguridad.
A veces pienso que la moda se tacha de superficial de manera injusta. Para empezar, la manera en la que iban vestidos los personajes históricos que aparecen en las obras de arte nos hace entender mucho de nuestra propia historia. Y luego está algo que para mí es fundamental: la permanencia.
Obviamente cuando emprendes un negocio es para ganar dinero. Y a veces eso requiere bajar costes de producción. Pero en nuestro caso es impensable… y eso es lo que nos hace especiales y nos lleva a dirigirnos a un nicho pequeño pero muy fuerte, que comparte nuestra visión del mundo y nuestros valores. Yo no puedo elegir la tela más barata ni ahorrar en procesos de confección a costa de la excelencia que forma parte de mis valores.
Antes una camisa te duraba eternamente: ahora, con suerte, la usas una temporada y la tiras. Y yo no quiero eso: yo quiero que la calidad de mis prendas sea absolutamente impecable y que mis piezas te duren para siempre.
—En el fondo se trata del heritage como valor. ¿Por el respeto al pasado llegaremos a un mejor futuro?
—Segurísimo. Por eso me parece tan especial tener conmigo a mi madre, a mis costureras tan experimentadas y con tantos conocimientos… ¡Si es que una buena costurera tiene que ser mayor! Y para mí esa conexión entre juventud y madurez es la clave de un buen equipo.
Ahora que está tan de moda la palabra «sostenibilidad» es muy importante mirar hacia atrás y ver cómo se hacían las cosas antes: ¡eso era sostenible! Que te duren las prendas es sostenible. Que uses fibras naturales es sostenible. El respeto es sostenible. Lo sostenible es hacer las cosas bien.
"Para mí vestirte es ponerte un traje de superheroína. Cuando vistes con algo que realmente es para ti, te sientes fuerte."
—Con esta nueva colección también estrenas el apoyo de Knight Frank. ¿Qué significa para ti esta alianza?
—Lo primero que destacaría son los valores en común. Para mí es súper importante colaborar con personas y marcas que estén a la par con nuestros valores. Y Knight Frank me lleva, lo primero, a ese ‘caballero’ (Knight) que me conecta con la elegancia, la honestidad y el legado.
—¿Para ti la moda es, de algún modo, patrimonio?
—Un patrimonio fundamentalmente emocional. Y eso también lo compartimos con Knight Frank: trabajar con el corazón. Hay tantas marcas, tantas empresas, tantas competencias… ¿y qué te hace diferente? El corazón que le pones. Porque las personas buscamos sentido, significado.
No quiero vender por vender. Quiero conectar emocionalmente con las personas. Y eso lo veo muy claramente en las novias: no hay ninguna que no me haya invitado a su boda y no me haya pedido que la vista en un día tan especial. Y sí, a veces me da pudor hablar de precios, porque se trata de si sientes o no sientes que ese es tu vestido, por encima del dinero.
"Para mí es súper importante colaborar con personas y marcas que estén a la par con nuestros valores. Y Knight Frank me lleva, lo primero, a ese ‘caballero’ (Knight) que me conecta con la elegancia, la honestidad y el legado."
—Caballos y motos son los ejes de tu nueva colección. Si tuvieras que elegir uno de ellos para viajar hacia el futuro, ¿cuál escogerías?
—Caballo. Soy más de caballo… aunque… ¡me encanta la mezcla entre los dos! Pero sí, el caballo tiene gentileza, nobleza, elegancia en sus movimientos. Todo en un caballo es belleza. Y luego la moto es rebeldía, juventud. La simbiosis nos define.
—Si un día te perdieras en Londres, ¿dónde habría que buscarte?
—Cualquier zona de Londres me gustaría, pero creo que quizá donde más feliz sería es en Shoreditch.
Regístrate en nuestro newsletter y recibe en tu correo contenido exclusivo con las últimas novedades, datos y tendencias del sector residencial así como del mundo del diseño, decoración y arquitectura.